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Concepción nos recibió con una pollera de ‘chita’, un pañuelo en la cabeza y en la mano al niño Jesús. Nos sentamos en la mesa y ella nos contó que cuando aún era niña veía la Fiesta de Reyes siendo preparada por su padre, pero que, con el pasar de los años, esta tradición fue desapareciendo.

Una amiga la invitó a reanimar al grupo de la Fiesta de Reyes del barrio de Arraial. Salieron a la calle con la única música que ambas recordaban y una semana de ensayos y, de ahí en más, la cosa no paró más: están hace 8 años al frente de la Fiesta en Araçuaí.

Mientras contaba todo esto, fue mirando el reloj y dijo, con toda la responsabilidad de una líder: ‘Aunque todos se atrasen yo preciso dar el ejemplo, vamos bajando, por favor!’ . Fuimos bajando la ladera con pasos rápidos y, a cada esquina, encontrábamos una compañera también con vestido de ‘chita’ y pañuelo prendiendo el cabello. De esta forma, el grupo iba creciendo entre mujeres, jóvenes y hombres con instrumentos.

La caminata duró unos treinta minutos hasta que llegamos a la primer casa. Aún del lado de afuera y con las puertas cerradas, el grupo se prepara y empieza el canto:

Buenas noches señor mío
Aquí llegamos cantando, oh
Porque es víspera de fiesta
Y entrada de un nuevo año
Santo Rey en su puerta
Su limosna vino a buscar, oh

“Buenas noches, la despertamos señora?” “No, no estaba durmiendo” , contestaba la dueña de la casa. “Podemos entrar para cantar la Fiesta de los Reyes?” “Sí, pueden entrar!” De a uno van entrando, sin importar el tamaño de la casa. “La casa es chica, pero es con corazón de madre, siempre cabe uno más.”

Señora dueña de casa
Es la flor de la sandía, oh
Que se parece con la estrella de la mañana
Cuando va a amanecer, oh
Cuando va a amanecer
Santo rey pide limosna
No es para ganar dinero, oh
Es para cumplir la promesa
En el día 6 de Enero, oh

Casa con pesebre recibe una canción extra, casa sin pesebre se queda con las dos canciones.

Aparte de la limosna, la dueña de casa ofrece al grupo una merienda regada con un buen queso de minas, galletas, torta y gaseosa.

Y allá va el grupo para otra casa, otra limosna y otra ofrenda. Entre subidas y bajadas, llegamos a la última casa de Doña Lira y Frey Chico.

Allí la farra entró más adentro de la casa, tomó el patio y con este el lado profano de la fiesta. Enseguida canciones, juegos de rimas y algunas anécdotas.

El año empezaba allí para nosotros, con el pulso de aquellas canciones, con la unión de esa gente alrededor de una cultura fuerte que porfía en resistir, con la fe que motiva, da el primer paso y organiza al grupo. Todo tan envolvente que nos olvidamos que era domingo y al otro día los hombres del grupo, en su mayoría albañiles, precisaban madrugar. Concepción, que no olvidaba su lugar de líder, dio las gracias a todos y cerró la cantoría con una encantadora sonrisa.

“Gracias a todos y hasta el año que viene!”

 Texto: Renata Meirelles y Sandra Eckschmidt

Fotos: Renata Meirelles

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