Abr-2015
Comunidad de Yaguarón
En los pampas los horizontes se extienden, los ojos miran a lo lejos por las danzas aéreas de los chorlitos. De tan plano que es el lugar llegan a decir que es posible divisar, durante 3 días seguidos, al perro de uno huyendo.
Por la carretera el paisaje es de pastos sin fin, donde habita el ganado lento y desparramado, ovejas suaves recién salidas de un áspero invierno, casitas de horneros apoyadas en altos postes, y una variedad de pájaros y vuelos que permiten un largo devaneo sin prisa.
En esas tierras de muchas campañas y estancias llegamos a Yaguarón, municipio fronterizo con Uruguay. Allí, andar pilchado (típica vestimenta gaucha), es común. En las tiendas, restaurantes y plazas, siempre hay alguien de bombacha, sombrero o boina, botas y pañuelo en el cuello. Y el mate entonces! Parece hasta una regla, un vicio o una dependencia colectiva. Sentados en los balcones, caminando por las calles, manejando el auto, dentro de los restaurantes, dando clases, sea donde sea, el mate no puede faltar.
El puente que une los dos países invita a un libre tránsito de intercambios culturales, económicos y sociales. Cigarrillos, supermercado y nafta, vale la pena comprar en Brasil. Quesos, bebidas, neumáticos y aparatos electrónicos son más baratos del aquel lado. El mate, algunas músicas y danzas, prácticamente perdieron la nacionalidad ya que no respetan fronteras territoriales. De esta manera, unos de acá para allá, otros de allá para acá, van cambiando libremente un estilo de ser y de vivir, componiendo el colorido del lugar.
El yaguarense de la ciudad puede comprar leche de vaca fresquito, sabe cardar e hilar la lana de ovejas, es adepto de las parrilladas de la tierra en las pescas de domingo. La carroza y el caballo hacen parte del escenario urbano y uno de los eventos más prestigiados en la ciudad es el rodeo. De una u otra manera, las campañas se hacen presentes por las calles de la ciudad.
Texto y fotos: Renata Meirelles
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