May-2015
Los Panará y sus niños
Datos linguísticos y etno-históricos recientes, muestran que los Panará de Peixoto Azevedo/ cabeceras del Iriri, son los últimos decendientes de un grupo mucho mayor y más conocido como Caiapó del sur, que ocupaba la región entre el norte de San Pablo, el sur de Goiás, el este de Mato Grosso, el suroeste de Mato Grosso del Sur y la región del triángulo minero en el siglo XVIII. En aquella época hubieron muchos conflictos, consecuencia del proceso de ocupación de la región por colonizadores, motivado por la presencia de oro en la región. Hay datos que muestran la presencia de miles de Caiapó del Sur, aún en el sigo XVIII. Sin embargo, los ataques del gobierno contra esa población, resultó en la casi total desaparición de ese pueblo en dicha región y en la migración en el siglo XIX, dentro de las selvas más oscuras al norte de MT.
Si la hipótesis de que los Caiapó del Sur eran realmente los Panará es correcta, tal vez sea posible establecer una relación con la tradición oral contada por los ancianos. Los Panará cuentan que vinieron del Este, de una región de campos cerrados habitados por ‘ipen’ (blancos u otro pueblo, en idioma panará) con quien travaban frecuentes conflictos. De aquel lugar se desplazaron hasta la región del rio Peixoto de Azevedo (afluente del rio Teles Pires, formador del rio Tapajós al norte de Mato Groso), atravesando tres grandes rios. En ese local encontraron prosperidad y paz. Allí construyeron una aldea llamada Atuiasã, posiblemente a comienzos del siglo XIX, donde nacieron muchos niños y pudieron aumentar su población. Después de ese período, con la población aumentada, los panará se dividieron en nuevas aldeas, distribuyéndose por la región, encontrando nuevos conflictos con otros pueblos indígenas y se enfrentaron con el evento que iría dejar para siempre, una marca en la vida de ese pueblo: la construcción de la carretera BR 163, que cortó al medio el território que ocupaban.
En la década de 70, el gobierno brasilero, aunque sabía de la presencia de los Panará, decidió construir esa carretera con la intención de conectar la región centro-oeste al norte del país, trazando una carretera que va desde Cuiabá en Mato Grosso, hasta Santarén en el estado de Pará. Llamaron a los hermanos Villas Boas para pacificar a los indios y retirarlos del local de las obras. Sin embargo, los panará, aturdidos entre la presencia de los tractores y el frente de la atracción, huyeron de los blancos durante cuatro años, sin permitir contacto. De todas maneras, el contacto indirecto con el blanco, sea a través de regalos dejados en los tendederos por el frente de atracción para amansar a los indios, sea por la proximidad de los trabajadores de la obra, fue suficiente para que los panará se contagiaran con enfermedades que no conocían ni que tenían cura, generando una drástica sucesión de muertes que, nuevamente, volvió a reducir la población de los panará. Se estima que de 400 panarás que existían en esa época, sobraron apenas 74 cuando se rindieron al contacto en 1973. Los más viejos cuentan que la gente se moría tan rápido que no tenían ni tiempo de enterrar a sus muertos.
Los hermanos Villas Boas, verificando la grave situación de los Panará, resolvieron transferirlos al Parque Indígena del Xingu en 1975. Los Panará dejaron las tierras de sus antepasados, abandonando sus campos y aldeas. En el Parque se mudaron várias veces de aldea y no consiguieron adaptarse. Practicamente no tuvieron hijos. Muchos siguieron muriéndose y extrañaron el nuevo ecosistema que no conocían y que no poseía los recursos naturales a los que estaban acostumbrados a usar. Soñaban siempre con la tierra que habían abandonado y de ahi, nació un gran afán y movimiento de recuperación de su território de origen.
Fue asi como los panará mobilizaron importantes compañeros que los ayudaron a recuperar su território. En las primeras expediciones encontraron una triste realidad: los blancos habían comido su tierra. La sede de la mayor aldea Panará se transformó en el município de Matupá, y muchas otras aldeas dieron lugar a la formación de núcleos urbanos. Sin embargo, encontraron junto a las cabeceras del Iriri, un pedazo de tierra preservada, con bosque, rio, caza y condiciones suficientes para encender la esperanza de volver a vivir en su território. De esta manera, emprendieron una gran lucha y, en 1996, consiguieron que el gobierno delimitase cerca de 490 mil hectáreas de tierra, formando el TI Panará.
Se mudaron del parque para el TI Panará, donde nuevamente encontraron paz y prosperidad para crecer, casi triplicando la población en 16 años. De 183 personas que llegaron al TI Panará, hoy viven alrededor de 500 personas, 75% de las cuáles menores de 18 años. Son muchos, muchos niños en Nãsepotiti. Conocer los juegos de estos niños nos rebeló la vivacidad de la cultura Panará y como, la llama de un saber ancestral consigue mantenerse viva a pesar de todos los contratiempos históricos por los que los Panará pasaron. Los juegos traen trazos que marcan el conocimiento histórico panará: la relación de cuando los bichos eran gente, las guerras con otros pueblos, la imitación constante de las prácticas adultas, la explotación de los recursos naturales para la confección de juguetes y la re(criación) en miniatura de todo lo qeu se ve alrededor.
Texto: Paula Mendonça
Fuentes
Site – Povos Indígenas no Brasil
Relatórios:
MENDONÇA, Paula. 2006. Taller temático: História del Território Panará. Instituto Sócio-ambiental.
MENDONÇA, Paula. 2010. Excursión: Aldeas Antiguas Panará. Instituto Sócio-ambiental.
JUNQUEIRA, Paulo. 2012. Excursiones a las estancias históricas de los pueblos indígenas Ksêdjê, Panará, Kawaiwete y Yudja. Instituto Sócio-ambiental/IPHAN.
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