Abr-2015
Comunidad de Abadía
Abadía es tierra de gente conocedora de los rezos, fiestas de reyes magos, canciones de cuna, de hacer pan y galletas en el horno a leña. Abadía es tierra de casas acumulando tiempo, de luciérnagas tan sociables que posan en nuestros dedos y narices. Es lugar para construir cochecitos de madera, animalitos de frutas, muñecas de trapo, trompos de semillas, comenzar versos y catapultar pajaritos: son cosas de siempre.
Hacen unos 6 años, paseando por el Valle de Jequitinonha – MG, visitamos Abadía. Sabíamos que esa era una de las muchas comunidades que hacen parte del Programa de Casitas de Cultura, que conocemos a través del brincante Adelsin. La Casita de Cultura es un proyecto de valorización de la cultura local que integra el Fondo Cristiano para los Niños y es realizado en alianza con organizaciones locales desde la década de 90. Teníamos gran deseo de conocer ese programa y elegimos ese lugar para ir. Fue un gran encuentro.
Ahora, con el Proyecto Territorio para Jugar, decidimos volver a encontrar a amigos que hicimos por allí y profundizar en los juegos de los niños de Abadía, que tiene hoy, alrededor de 300 habitantes y es la comunidad rural del municipio de Carbonita (a 130 km de Diamantina).
Estuvimos jugando con los niños en la escuela, en la Casita de Cultura, bajo los árboles, en el rio, en nuestro patio, en la plaza, en el monte, conociendo y enseñando juegos en ese intenso viene y va de conocimientos.
Durante nuestra estadía hicimos algunas exhibiciones de películas en la iglesia y en nuestro patio, invitando adultos y niños para compartir lo que hemos visto en este camino de ir atrás de los juegos.
En ese período en Abadía recibimos la visita de la periodista Eliza Capai que vino a captar imágenes en vivo del Territorio para Jugar, para producir un documentario sobre el Proyecto exhibido en la TV Futura en octubre de 2013. Para asistir clique aquí o en el video más abajo.
Nuestro agradecimiento a todos los que nos recibieron en Abadía, con muchas galletas, requesón casero y un delicioso café de colador; y, sobretodo, a nuestras antiguas amigas Aparecida y Luciana que tanto se empeñaron en recibirnos.
Texto y fotos: Renata Meirelles
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