Abr-2015
Recordando… (1ª. Parte)
Sentada en un rincón de la sala de estar, Doña Custodia de la Concepción trata de mirar donde es posible ver el pasado y, lentamente, va soltando sus memorias por el aire.
Dice que una buena bailarina no se sienta sobre sus talones, se para en punta de pies.
En la “ratoeira” tocaban harmónica, ‘cavaquinho’ y pandereta. Recuerda aún versos de aquellas noches estrelladas. Noches en que, cuando alguien la invitaba a una a bailar, nadie se negaba.
“Cuando entré en la ‘ratoeira’
No entré con alegría
En la ‘ratoeira’ no estaba
Quien mi corazón quería”
“No quiero desafío
Ni te estoy desafiando
Si es por desafío
Mi barco viene llegando”
Aún antes de esto recogía naranjas, pelaba el gajo de atrás para hacer pescaditos. Hacía pequeños tendederos, vendía los pescados y decía “ahí no hay pescados; venga aquí que yo tengo para vender”.
Ataba pequeños bambús abajo del árbol de café y decía: “mi casita es aquí comadre”.
Hace poco le regalaron una muñeca y quedó inmensamente feliz con este regalo.
Le gustaba mucha la fiesta del buey, aunque fuera cosa de hombre; al final, cuando había bueyes bravos, los hombres dejaban la comida en la mesa para ir a ver al buey. Mi hermano iba a jugar y se ponía abajo del buey, pero no murió de eso”.
Hay gente muy juguetona, que sabe jugar, un placer mirar.
“La escuela estaba llena de alumnos pero en aquellos tiempos no se enseñaba a bordar, solo a leer, verdad?
Textos y fotos: Renata Meirelles
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